“Jesús subió a la barca, y sus discípulos lo acompañaron. En esto se desató sobre el lago una tormenta tan fuerte que las olas cubrían la barca. Pero Jesús se había dormido” Mateo 8:23-24 ¡Ya duérmete!
Creo que ya sabes por dónde va esto. En medio de una tormenta vemos cómo Jesús se echó a dormir. Es lógico pensar que eso es algo imprudente de parte de él. Y sí sigues leyendo el pasaje, notarás con toda razón, que los discípulos estaban asustados, preocupados pues la barca en la que andaban se hundía. Van y despiertan al maestro que de seguro debió quitarse las lagañas de tan plácido que había sido su sueño. Y le dicen “Señor Sálvanos que perecemos” en Marcos 4:38 dice “Maestro, no te importa que perecemos.”
Con esta nueva situación de la pandemia puede que estemos en la misma situación que los discípulos, nuestra barca (vida) está pasando por una gran tormenta, corremos el riesgo de hundirnos y ahogarnos. Pen
samos: ¿Jesús, no te importa que tengo miedo, acaso no es de tu interés la ansiedad con la que vivo? ¿Acaso no te importa que perezco? Y como Pedro, nos hundimos al enfocarnos en la tormenta (Mateo 14:22-23), no sabiendo que él quiere que fijemos nuestra mirada en él y lo imitemos (Hebreos 12:1-2), y ¿Adivina que él está haciendo? Él está durmiendo. No porque no le importemos (Mateo 6:26-33) sino porque quiere que descanses igual que él. Que tu alma se acueste y duerma en su presencia.
«Y pase lo que pase, no cuestiones la bondad de Dios hacia ti.»
Fausto Genao
Bájale a la ansiedad lo más que puedas. Claro, es bueno estar bien informados de la situación y tomar todas las medidas de prevención, pero no te satures de noticias y mensajes sensacionalistas que no aportan nada a tu vida. Y pase lo que pase, no cuestiones la bondad de Dios hacia ti.
Entonces, si has invitado al Dios Todopoderoso a tu barca y vez que duerme, relájate, pídele que te de un lado y duerme junto a él. ¡Ya duérmete!
