He tenido la oportunidad de viajar mucho por el país, aunque lo que les contaré lo puedes ver en cualquier medio. Y en cualquier sitio, donde a lo lejos puedes mirar la pobreza, desigualdad y falta de oportunidades de desarrollo económico, donde puedes contarles las costillas a los niños en la calle, que por cierto corren desnudos porque no hay responsabilidad ni dinero para vestirles, ahí donde las casas son de madera gastada y techo oxidado, en medio de pisos y calles de barro cobijados por hojas secas regadas en suelo, puedes ver una parábola de Claro Vídeo, un Tv Led de 32 pulgadas, a lo menos, y un celular moderno en manos de niños y adolescentes que no tienen ni cuadernos.
Basta entrar a las redes sociales y ponerse a ver vídeos, ahí nos fijamos de gente en situaciones muy humildes y desaventajadas trasmitiendo en vivo por Facebook algún pleito, baile o meneo.
Aquel que le sobre el dinero, lujos se puede dar, es importante estar al día y de la sociedad actual participar, lo que me preocupa en esto es que invirtamos tanto tiempo, esfuerzo y pesos en los lujos que los tiempos nos tienen preso.
Recuerdo que mi primer celular fue a los 17 y apenas mensajes recibía, mucho menos tirar fotos, conectarse a Internet y compartir vídeos y falsas noticias. No tuvimos cable hasta que estuviera seguro el dinero de la comida, y nuestro televisor era grande pero no de pantalla sino de una tutuma que los modelos viejos por detrás tenían.
Lo que veo es que hoy en día la sociedad y la familia gasta más en entretenimiento que en prioridades de la vida. Sus hijos crecen viendo como nunca hay para el libro, la mochila y el cuaderno, pero pocas veces falta para la bebida y el parrandeo. Sufro de solo pensar que los niños que vienen creciendo no conocerán jamás lo que es tener en la vida una verdadera prioridad.
